Por Abril Ramos
En un proyecto que realizaron durante el primer trimestre los alumnos de 4º año, escribieron textos de ficción a partir del enfoque de una cosmovisión mítica, adquiriendo nuevos conocimientos acerca de la diversidad cultural de la humanidad y las diferentes civilizaciones.
”Una materia como Literatura”, explicó el profesor Victor Torres quién lleva al cabo el proyecto, “sugiere explorar la multiplicidad del lenguaje, principalmente desde lo escrito y la pragmática, la oralidad. Es por eso que, para el 4° año, se propone desarrollar el campo artístico, académico y lingüístico tal como lo expresa el Diseño Curricular y pensando en la competencia de los alumnos como lectores”.
Los chicos produjeron relatos en los que se visualizó la construcción de “criaturas fabulosas”, “metáforas de conductas humanas” o la “formación del mundo. Siempre partiendo de lecturas previas como modelo de escritura y brindándoles recursos literarios.
En el proceso se propuso trabajar con una serie de actividades que llevasen a la reflexión y luego a partir de la creatividad de los alumnos, que se generara otra manera de entender el universo y lo que nos rodea, más allá de lo expresivo, que por supuesto estuvo presente.
Desde Ayres de info nos proponemos acercarles algunas de las producciones que realizaron los estudiantes, publicando una por semana.
Hoy les acercamos el relato de Rocío Vázquez Agüero
TITANUM
Cada día en el Olimpo era perfecto, maravilloso, digno de cada divinidad que lo habitaba. Atenea, diosa del amor y la belleza, gozaba cada ocaso desde su parcela de nubes. Últimamente, cada vez que podía aprovechaba para relajarse y dejar de pensar en el lío en el que se había metido la noche anterior, y que aún continuaba acechándola. Se arrepentía profundamente de haber tenido un amorío con Hades, el dios supremo del Inframundo. Aún no comprendía mucho cómo había podido pasar, sin embargo se hacía la idea de que el vino de más que tomó en aquella velada le jugó en contra. Aunque bien, el vino o la velada a escondidas de Zeus no era lo que más la perturbaba. Sentía una sensación extraña en su vientre, y bien sabía que no era amor, sino el fruto de él. No contenta con descuidarse con Hades, quedó embarazada de este ser, ¡Qué fatalidad! ¿Ahora qué haría, si ella sabía a la perfección el castigo que le daría Zeus? La desterraría de su reino sin pensarlo dos veces.
Afortunada o desafortunadamente, esas tardes de reflexión a través del horizonte celestial hicieron que se le ocurriera un plan que la salvaría. Ella bien sabía que la belleza en una mujer para los mortales era esencial para que esta contrajera matrimonio con un hombre con poder y estatus, y que varias personas del pueblo estarían encantados de tener una hija que cumpliera con esos requisitos. Y esa hija sería el fruto que contenía en su vientre. Podía sentirla, desprendía un aura de belleza radiante, tal como su madre… Aunque a su vez poseía cierta energía oscura y putrefacta en el fondo, heredada de su padre. En fin, eso no debía importarle.
La diosa salió por la noche, cuando cada uno de sus compañeros estaba profundamente dormido. Desde allí bajó a la tierra de los mortales y dejó a su hija en la puerta de una humilde choza. Volvió hacia el Olimpo y siguió con su vida normal, haciendo como si nada hubiera ocurrido, como si no hubiese tomado demasiado vino, como si no se hubiera acostado con Hades… Como si no hubiera tenido una hija.
Luego de una media hora de estar la beba allí, se oye el chirrido de la pequeña puertita de roble. Se asoma una pareja de mediana edad, junto con cuatro niños varones. Con estupor se quedan mirando a la niña, mientras se hacen gestos de incertidumbre. Deciden entrarla y darle un hogar cálido donde ella pueda vivir, después de todo, siempre habían querido tener una niña… Y tal vez, sólo tal vez, mejorar su forma de vida con su ayuda.
La niña creció con una belleza sobrenatural, así como también una crueldad inhumana. Incluso sus hermanos mayores se alejaban de ella al no tolerar su forma de ser. Titanum (así la habían llamado) atraía a cuanto hombre la viese, y era la doncella más requerida de todo el Reino. Sin embargo, al ser alguien tan desagradable y cruel, al tratar a todos de forma inhumana, se quedó completamente sola.
Bastaron tan solo un par de años más para que ella estuviese vagando por un bosque cercano, huyendo de todo y de todos. Llegó al lago en donde se encontraban las hermosas ninfas, a las cuales también trató de forma bastante desconsiderada. Mientras se miraba en el agua con vanidad, las ninfas, furiosas, le contaron la historia sobre Atenea y Hades, y luego añadieron que ella jamás debió haber existido, y que, a pesar de ser cautivadora, con su horrible esencia alejaba a todo el mundo. Al oír esto, Titanum colapsó emocionalmente. Nadie la entendía, ella no eligió ser mala, ni había elegido ser fruto del error. Entonces, lloró por primera vez en su vida. Lloró tanto y tanto, que comenzó a crecer de una forma descomunal. La parte baja de su vestido violeta comenzó a hacérsele para arriba, sus piernas se convirtieron en un tallo verde y su cuerpo en una especie de cúpula amarilla. Así se volvió la flor más grande, bonita y llamativa de todo el bosque. Y llamativa no sólo por lo anterior sino también porque, fiel a sus dos naturalezas, desprendía un olor a putrefacción que nadie soportaba. Desde entonces se quedó allí la flor Titanum, grandiosa y esbelta, pero que, al acercarte, te espanta en un instante.