“Melenita de Oro”

EN TODAS LAS FAMILIAS HAY HISTORIAS. ALGUNAS SON ANÉCDOTAS, OTRAS ENCIERRAN VIVENCIAS DE DESTIERROS, AUSENCIAS, ESFUERZO O DOLOR, O HECHOS IMPENSADOS. HAN VIAJADO, HECHAS NARRACIÓN, DE BOCA EN BOCA. CREEMOS QUE CADA UNA MERECE SER CONTADA, POR ESO NUESTRA SECCIÓN HISTORIA DE FAMILIAS, AHORA SE MULTIPLICA EN UNA COLUMNA SEMANAL EN LA EDICIÓN IMPRESA DEL DIARIO EL ECO DE LOS DOMINGOS. LAS PRODUCCIONES PERTENECEN A LOS ALUMNOS DE 6TO AÑO DE LA ORIENTACIÓN EN COMUNICACIÓN Y SE TRABAJAN DESDE EL ESPACIO DE TALLER DE PRODUCCIÓN EN LENGUAJES COORDINADO POR LA DOCENTE VIRGINIA HIMITIAN.

Por Jazmín Novelli Alperte

Nadie hubiera sospechado ni imaginado que cuando allá por el año 1932 una niña se lanzaba al natatorio por primera vez, se iniciaba, al mismo tiempo, una brillante carrera deportiva en este país.

Elena Maria Tuculet, conocida familiar y deportivamente como “Elenita” o ‘’Melenita’’, fue además pero, sobre todo, mi abuela materna, a quien no tuve, desgraciadamente, oportunidad de conocer personalmente ya que ella falleció 6 años antes de mí nacimiento. Pero gracias a los comentarios cariñosos y de admiración de mi mamá hacía ella, su recuerdo me llenó a mí también, desde muy chiquita, de una enorme satisfacción y orgullo personal.

Ella había nacido un 9 de marzo de 1922 en la Ciudad de Buenos Aires, aunque tenía fuertes vínculos con la ciudad de Tandil ya que su madre, Elena Carrau de Tuculet, pertenecía a una tradicional familia de la ciudad y, por esta razón, se la consideraba tandilense aunque en realidad lo fue años después, por adopción. Recién a los 39 años de edad, cuando ya había concluido muchos años atrás su carrera deportiva decidió mudarse a nuestra ciudad. Anteriormente había vivido hasta los 32 años en Capital Federal y luego, durante 6 años, en Mar del Plata, ciudad en la eligió instalarse posteriormente junto a sus padres Ángel Tuculet y Elena Carrau debido a que le apasionaba la idea de vivir en un lugar con mar.

Ella aprendió a nadar muy precozmente, a los 7 años de edad, en oportunidad de un viaje con su familia a Europa. Corría el año 1929 y “cosas de la época”, su hermano mayor, Juan José, que tenía 14 años en ese momento, recibió enseñanzas antes de zarpar por el temor de que si algo pasaba en medio del océano pudiera superar los riesgos. Mi bisabuela quería tomar algunas precauciones, pero mi abuela, aún pequeña, no sabía nadar.

Una vez llegados a Barcelona, su hermano Juan José se decidió a darle clases a su hermana pequeña. Insólitamente quedaron sorprendidos por la facilidad con la que aprendía ya que Elena se movía “como pez en el agua”, incorporando con mucha facilidad los movimientos. Tal es así que en siete días aprendió a nadar, ante el entusiasmo y la alegría del grupo familiar, haciendo honor a su signo, Piscis.

Sus comienzos deportivos fueron a los 8 años en 1930, representando al club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires bajo las órdenes del profesor Ridao perfeccionándose en pecho y over. En 1931, pasó al Club Hindú, que fue la institución a la que representó durante el resto de su trayectoria, convirtiéndose su hermano, Juan José, en su entrenador personal.

En 1933 le llegó la oportunidad de participar en los nacionales, así debutó en una posta de 4 x 50 que ganó con tiempo récord, convirtiéndose en campeona nacional por equipos, y, a la semana siguiente, con la misma posta logró quebrar el récord sudamericano existente, dando comienzo a su sobresaliente carrera deportiva.

Para 1935 comenzó su carrera individual especializándose en el estilo espalda y para el siguiente año se apuntó a los récords sudamericanos en espalda en 100, 200 y 400 metros.

En marzo de 1937 apareció en la tapa de la histórica revista deportiva “El Gráfico”, todo un halago y reconocimiento para la época, pero, quizás, su mejor logro haya sido el haber alcanzado su máxima performance en los 400 metros de espalda con 6 minutos 10 segundos, habiendo logrado estar a solo 4 segundos del récord mundial de ese momento.

Posteriormente participó en los torneos sudamericanos desarrollados en Uruguay y también en Perú y también en los juegos panamericanos de Natación realizados en Argentina en 1940.

El diario “La Razón”, en esta oportunidad, la bautizó como “la mojarrita criolla” cuando debió enfrentar a la norteamericana Jeanette Laupheimer con la que se llevaban una diferencia de 30cm de altura. Vale aclarar que mi abuela medía tan solo 1,50 mts de estatura, lo que generaba confusión en algunos admiradores que la conocían por las notas periodísticas, pero, que, al presentarse personalmente, creían que se trataba de la hermanita menor de la “campeona” a lo que ella respondía: “¡No, soy yo!”.

Elena María Tuculet, campeona sudamericana en estilo espalda

Elena fue precursora del estilo espalda en Argentina y la primera campeona sudamericana. Recién en la década del 60, nuestro país volvió a tener una campeona sudamericana en su especialidad.

Tantos años de esfuerzo dedicados exclusivamente a la natación le habían impedido desarrollar otras actividades. Ella hubiese querido estudiar danzas clásicas, pero no lo pudo hacer, pero, en compensación, posteriormente estudió danzas españolas, piano, y pudo perfeccionar también sus estudios de idioma inglés que luego volcó exitosamente en clases particulares como docente en un momento en que en Mar del Plata aún no existían los institutos.

En agosto de 1960 falleció su padre y unos meses después conoció a quien sería el padre de sus dos hijos Indiana y Martín, Isidro Alperte, a través de su hermano Ángel. Finalmente, en marzo de 1961 se casaron y mi abuela se mudó con su madre a Tandil.

Mi mamá me muestra el álbum de fotos familiares y me detengo en una de ellas. Allí la veo a Elena, chiquita, tendría unos 5 o 6 años, con corte carré y flequillo, como se usaba en la época, y sonriendo desdentada, con esa apariencia graciosa que tienen los chicos a esa edad. Me la imagino correteando por ahí, traviesa, cuando nada hacía pensar siquiera el futuro que se le avecinaba y también me imagino a mi bisabuelo Ángel, impaciente, pidiéndole que se comportara, y llamándola ‘’ Melena, ¡Melenita!’’, como aquella canción, ‘’Melenita de oro’’, que sonaba tanto en aquellos años ´20 y que popularizara el gran Carlos Gardel.