Baja el telón

Por Agustina Iuri

De repente suena mi teléfono, es mi mamá emocionada contándome que esa mañana al comprar el diario del Eco de Tandil encontró ni más ni menos que una nota que aquel periódico había hecho sobre nuestra función. Como se hizo el año pasado, se ha instalado en el Colegio Ayres del Cerro que los chicos de 6to del Nivel Secundario, al final del último trimestre, hagan una presentación teatral como muestra de todo lo trabajado en la materia de Teatro a lo largo de estos últimos tres años a un público distinto de sus pares y profes.

Si bien fue mi primera experiencia, tanto en clases de teatro como en la presentación, me sentí parte del grupo desde el primer momento y más aún al ver cómo logramos presentar tres hermosas escenas en las cuales nos divertimos mucho.

Después de unos pocos ensayos por fin llegó el día tan esperado. Realizamos la obra en el Teatro de la Universidad Nacional del Centro (UNICEN) “La Fábrica” con una enorme mezcla de emociones, nervios y ansiedad. Todos estábamos muy preocupados. No nos sentíamos preparados ni listos para la presentación, sentíamos que no habíamos ensayado lo suficiente, que faltaban mil cosas por acomodar, que todo iba a salir mal, en fin, un caos. Agustina Fittipaldi, la profe, nos intentaba transmitir tranquilidad y buenas vibras; nos serenaba al decirnos que aunque no lo creyéramos, todo iba a salir mejor de lo esperado y que ella confiaba en nosotros.

Agustina la profe de teatro, de espalda, anima a los chicos antes de salir a escena

Con aquello en mente nos fuimos calmando y así, alrededor de las 7 de la tarde empezamos a llegar todos a “La Fábrica” para organizarnos, cambiarnos, maquillarnos y hacer una última pasada de las escenas. Cuando empezaron a llegar los padres, los profesores y algunos amigos, nuestra ansiedad empezó a crecer con más intensidad, sería la primera vez que presentaríamos de verdad, con un público ajeno al escolar y eso nos tenía aterrados.

El momento había llegado, era la hora de actuar. Comenzamos con una escena desarrollada dentro de un avión. Era un viaje de egresados a Bariloche en donde el conflicto que se presentó fue la llegada inesperada de un chico nuevo proveniente de una escuela rural, quien no fue bien recibido por los alumnos.

La escena del viaje de egresados

Cuando la primera escena terminó todos corrimos a cambiarnos, debíamos prepararnos para la siguiente; los nervios, en vez de aplacarse, remontaban bien en nuestra superficie, y solo esperábamos que a ojos del público eso no se notara.

La segunda escena consistió en un casamiento y un trío en discordia, donde la novia había sido infiel con el hermano de su prometido. Se desarrolló a lo largo de la fiesta, en la que después de unos tragos de más, el amante le confiesa a todos que sigue enamorado de ella.

El trío en discordia

Volvimos a salir disparados hacia el camarín, con los nervios más disipados y teniendo en cuenta que solo faltaba una escena más por presentar.

La tercera escena mostraba las diferencias entre dos familias realmente opuestas que debían conocerse ya que sus hijos estaban comprometidos. Una de las familias fue basada en la conocida familia Adams, y la otra en una familia tipo, estereotipada de clase alta.

Una familia muy normal

Al finalizar esta escena, ya todo había terminado. De fondo, pero muy lejanos se escuchaban aplausos, pero mi cabeza y la de todos estaba en otro lado. Era una de las últimas cosas que viviríamos juntos como grupo, este último año. Felices, emocionados y nostálgicos fuimos a cambiarnos y saludar a quienes nos habían venido a ver. Todos nos felicitaron y les gustaron nuestras ideas, temáticas y nuestra actuación.

Nos hizo muy felices ver mientras actuábamos, a todas aquellas personas que invitamos a ir, riendo o divirtiéndose con nuestro arte; nos encantó poder compartir con ellos algo de lo que hacemos las horas de los lunes y miércoles donde no sólo aprendemos sino que jugamos ya que al fin y al cabo, no dejamos de ser niños que se disfrazan para reírse un rato.