Hablemos de discriminación

Por Abril Ramos

Las distintas formas de fobias o temores esconden, bajo la concreción en que se manifiestan, el significado que el sujeto confiere a aquello que le causa el temor. La agorafobia es el miedo a los espacios abiertos, la claustrofobia el miedo a los espacios cerrados, la glosofobia a hablar en público, la acrofobia el miedo a las alturas.

La homofobia es la antipatía u odio hacia los homosexuales. Entonces ¿fobia? ¿Se le puede tener miedo a lo que una persona decide hacer con su propia vida? ¨Odio la palabra homofobia, dijo Morgan Freeman, porque usted no tiene miedo, usted en un imbécil¨.

Las personas homofóbicas, suelen basar su pensamiento en un lineamiento cerrado y doctrinario. Justifican sus argumentos en cuanto a lo que es natural y lo que no pero, la homosexualidad existe en más de 450 especies. La homofobia solo en una ¿Qué les parece más antinatural?

Estamos en el año 2018 y aun así 72 países siguen considerando ilegal la homosexualidad y 8 Países la castigan con pena de muerte. Son muchísimas las personas que a diario sufren de discriminación por su género u orientación sexual y tristemente, en muchos casos, esa discriminación proviene de sus familiares más cercanos. Se preguntan cómo hacer para que “no se le note lo gay”. Viven reprimiendo sus gustos y decisiones para escapar de esos estereotipos que los delatan. Hasta a veces la discriminación sale del mismo circulo de la comunidad LGBT, hay gays que son discriminados por no portarse como un gay debería hacerlo.

Todos somos encasillados en categorías, inevitablemente. Y la sociedad se encarga de adjudicarnos roles y características que nos definan y hagan que permanezcamos en ese grupo para ser más controlables. Si estereotipo al gay, al travesti, a la lesbiana, al asexual, a la bisexual y lo muestro en los medios, logro deshumanizarlos al punto tal de lograr que sean odiados.

El odio es un sentimiento de profunda antipatía, disgusto, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, o fenómeno, según los diccionarios. Suele basarse en el miedo al objetivo que ese algo tiene. Puedo odiar a un asesino porque mata pero, no puedo odiar a un homosexual porque ame. Todos tenemos el derecho de ser diferentes y la obligación de respetar esas diferencias. Cada persona es libre de vestirse como quiera, hablar como quiera y querer a quien quiera.

El Papa Francisco expresó: “Si un gay, acepta al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?” Y esto es absolutamente cierto, ¿quiénes somos para juzgarlos? ¿Qué superioridad inexistente podemos imaginar como para creernos con la capacidad de decidir sobre la vida de otra persona? La próxima vez que estemos frente a una situación similar pensemos si su actitud o decisión afecta negativamente nuestra vida o la de otro. Si la respuesta es sí, hagamos algo para cambiarlo. Si la respuesta es no, aceptemos con tolerancia y celebremos la diversidad porque no se trata de tener derecho a ser iguales sino de tener igual derecho de poder ser, sin miedo, diferentes.