Me quiero ir

Por Guadalupe Fersen

Una mujer de ciudad, un chico de pueblo y un sueño. 

Ellas se estaban preparando para salir a un boliche llamado “Maldita espera”, pero no era con la intención de salir de fiesta sino para cuidar a su hermana menor. Sin embargo, ella logró pasarla bien: encontró a un chico que parecía inteligente y se quedaron toda la noche hablando al lado del mar. 

Varias semanas después, el celular no paraba de sonar. Él llamaba y llamaba, hasta que el celular dejó de sonar y así es como ella se enfrentó con una decisión: llamarlo o dejarlo colgado.

Él estaba nervioso y feliz al mismo tiempo ya que nunca había estado en una ciudad tan grande como Buenos Aires, ni siquiera se había subido a un colectivo, pero ¿Qué va a saber un pibe de De La Garma? Que el amor lo supera todo. 

Un fin de semana era el tiempo que acordaron estar juntos y ver qué pasaba, pero al acabarse ninguno quería separarse del otro así que se extendió por 10 días. 

Luego de un año entero de vivir juntos en la gran ciudad, él llegó a su casa llorando. Dijo que había visto a una señora pidiendo en la calle y pensó: Podría haber sido mi madre o mi abuela. Yo no puedo más ver esto, en mi pueblo si había alguien pidiendo o no tenía comida, se mataba un carnero y se le daba a la familia. Yo no puedo ver gente pidiendo, me deprime. Por favor, me quiero ir”.

Así que eso hicieron. Ella ya estaba embarazada de su hija Guadalupe para ese entonces, pero antes de irse a Tandil, le hizo jurar que les iba a ir bien y él lo prometió. 

Antes de viajar a Tandil, ella llamó al Instituto Green Hills para ver si podía trabajar y le dijeron inmediatamente que sí ya que justo una de las profesoras se había ido y necesitaban a alguien que la reemplazara.

Mientras tanto, él empezó a trabajar de todo lo que pudiera. Ella trabajaba de día y él de noche, así podían cuidar a su niña durante el día en turnos. Pero luego de distintas situaciones, no muy lindas en los trabajos de ambos, decidieron renunciar y empezar en nuevos horizontes laborales los cuales siguen teniendo hasta el día de hoy. 

Esta es la historia de mis papás y yo puedo decir que hoy tengo esta vida gracias a los sacrificios y el amor de ellos. Y así fue como una mujer de ciudad y un chico de pueblo terminaron creando y cumpliendo sus sueños.