Las Recetas de la abuela…y del nieto

Por Leandro Aberastegui

Todos los seres humanos tienen como favorito algo en común: La comida de la abuela. Esas comidas en las que, al probarlas, se percibe el amor, el tiempo y el esfuerzo dedicado con tanta facilidad a un nieto con hambre y que nunca jamás saben feas. Son comidas que no importa el lugar, momento o estación del año son perfectas. Pero para las abuelas, ¿cuál es esa comida especial? Puede ser la de un hijo o hija, pero en mi caso, la de un nieto.

Dora María Fonseca es mi abuela, una persona cariñosa, amable y siempre empática por lo que le pase a la gente que estima. Tiene un talento innato por muchas cosas como la costura, el italiano o, lo que la destaca por diferencia, la forma propia de cocinar. No creo conocer a alguna persona que luego de probar sus comidas no quede maravillada y con ganas de repetir, y el mejor de sus platos a mi gusto, son sus buñuelos.

Es tradición para Dora, en los días nublados o de mucha lluvia hacer buñuelos. Una receta simple pero que combinada con unos mates o un cafecito por la tarde son una merienda sublime. Ella adora comerlos y durante la pandemia compartió su receta conmigo, el nieto del medio, que durante la pandemia decidió explorar el campo culinario, queriendo siempre aprender nuevas recetas o las que alguien alguna vez me hizo.

Lo recuerdo claramente, los buñuelos fueron de las primeras recetas que mi abuela me dio a conocer y, aunque no me salieron como los de ella, tuvieron buena llegada en mi familia. Debido a la pandemia y la distancia Dora no pudo probarlos esa vez pero, concluido el resguardo, me encaminé a su casa y le hice algo más nuevo que buñuelos, más mío que suyo, una receta guiada por mi madre con una variación mía: una Pastafrola doble.

Creo que fue de las pocas veces que quedo tan sorprendida cuando iba a su casa, la rareza fue que esta vez iba con una bolsa lleva de ingredientes y envases para poder cocinar mi receta. Lo mejor de haber cocinado en su casa junto a ella, fue el haber podido tomar mates y hablar con ella de la vida, pudiendo estar juntos de vuelta luego de una brecha de tiempo donde el único medio de vernos era una videollamada. Al final, la receta quedó como esperaba, una parte de dulce de membrillo, la otra de batata. Aún seguimos viéndonos, compartiendo la vida con unos mates o ahora sí, con unos buñuelos.