UNA NOTICIA INESPERADA

Por Carolina Torres

Yo vivía en Corrientes Capital. Tenía 13 años y la verdad es que me gustaba mucho vivir ahí. Tenía muchos amigos, era muy conocida, tenía a mi equipo de vóley, iba al gym y a la escuela.

Corrientes tenía un clima ideal para mí: siempre hacía calor, no importaba que estación del año fuera, siempre estaba caluroso. Nuestro invierno era de 13°C y los veranos eran hermosos porque con mis papás y hermanos teníamos una casa en la playa a la que íbamos todos los fines de semanas. Allí podíamos pescar, jugar con la pelota, meternos al río o a la pileta, salíamos a andar en bicicleta. Mi viejo hacía asado al mediodía y a la noche pizza, y, si estaba lloviendo, nos encerrábamos a comer torta frita y jugar juegos de mesa o a las cartas. Se podría decir que era perfecto.

Hasta que un día, mis viejos me dijeron: “nos vamos a vivir a Tandil”. Ahí mismo sentí que se me había destruido la vida. Lloraba todos los días, decía que no podía ser que nos tuviéramos que ir de Corrientes, que no me quería ir, peleaba todos los días con mis papas y me deprimí mucho. 

Un 3 de diciembre de 2018 fue el día que nos fuimos de Corrientes. Durante el viaje no pare de llorar y aunque pensaba que en Tandil tenía familia, igual la iba a pasar mal y siempre iba a estar deprimida. Ya en la ciudad, lloraba sin razón mientras comía y pensaba en Corrientes, cuando estaba con el celu y veía historias de mis amigas, todo era llorar.

Además, llegamos en una época que para mí fue la peor ya que nos fuimos ni bien empezaban las vacaciones. Yo no conocía a nadie, solo a mi prima con la que, en ese entonces, no me llevaba muy bien porque nos peleábamos mucho.

Pasando los meses de vacaciones, lo único que quería era que comenzara vóley para poder tener alguna amiga. Así fue que se hizo febrero, empezó la temporada y las chicas fueron muy buenas conmigo, hasta me invitaron a un cumple de 15 donde conocí a mi mejor amiga Antito. 

Pasaron los días y comenzó la escuela. La verdad que estaba asustada porque no sabía cómo iba a ser, pero, aunque me costó un poco integrarme, ahora tengo a mis tres mejores amigos que están siempre para mí.

A mediados de 2019 conocí a quien sería mi novio, Matías. Él también hace vóley, es más grande que yo, pero es la persona más buena que conocí en el mundo. 

Ya a esas instancias yo ya estaba feliz de estar acá en Tandil y entendí que por ahí no es feo hacer un cambio. Hoy en día no puedo elegir si Corrientes o Tandil, pero sé que estoy feliz donde estoy ahora, con mi familia y amigos.