«Mi querida maestra»

Por María Cieri, profesora de Arte

Hoy quiero contarles una historia, algunos la conocen, otros no. Es la historia de mi papá, Nicolás Mario Cieri. Él tuvo una vida difícil, como la de muchos, seguro. No le fue fácil la primaria, escuela de campo, familia humilde, siempre lo consideraban el » burro». Si había algún problema, él siempre estaba metido. 

A su forma de desenvolverse, se le sumó que en una ocasión una maestra lo retó sin motivo. A partir de ahí, todo le costó el triple. Anécdotas conocemos miles. Pero cada vez que mi viejo nos contaba algo de esa época, siempre le brillaban los ojos al recordar a la única maestra que él quiso. ¿Por qué la quiso? Porque ella le prestó atención, lo trató bien, “lo miró”.

La escuela rural a la que asistía Nicolás Cieri

Está maestra le decía a mi abuela: «Yo sueño con su hijo todo el tiempo, no sé cómo hacer para que me atienda en las clases”. Mi abuela solo pronunció una frase muy sabia: “Hablale con cariño». Y así fue, mi papá sin darse cuenta pasó de año. 

Al año siguiente, como su querida maestra no siguió en la escuela, él decidió abandonar los estudios en 4to grado, le hacían la vida imposible, no tenía ganas de seguir. A partir de ese día él comenzó a tener un deseo muy grande, quería encontrarla para agradecerle todo lo que ella había hecho por él. Pero sólo tenía una regla de madera que la señorita le había regalado, en la que él había escrito el nombre y apellido de la maestra. Pero sin darse cuenta lo había escrito mal, así que el esfuerzo de encontrarla se volvía cada vez mayor.

La regla que le regaló a Nicolás su «querida maestra» , lo condujo hasta ella.

Buscó a su maestra por más de 50 años. Quería encontrarla solo para decirle: “¡Gracias!” 

De chicas, con mis hermanas, escuchábamos su deseo, así que un día decidimos comenzar con la búsqueda. Hicimos todo lo posible, pero en ese entonces no sabíamos que el apellido estaba mal escrito. Lo intentamos todo por más de 15 años. 

Un día, alguien me pasó varios contactos del lugar donde la maestra había nacido. Logré contactar por Facebook a una persona del lugar. Dos años más tarde, recibí la respuesta, y esta persona me da información. Finalmente pude obtener un número de teléfono. Llamé, el teléfono sonó varias veces, hasta que del otro lado oí un: ¡Hola! Era ella, la maestra de mi papá. Por varios minutos estuve llorando, no recuerdo cuánto tiempo pasó. 

Todo lo que vino después es pura emoción. Finalmente, mi papá pudo encontrarse con su señorita, esa que lo había mirado, a la única que él había querido. Todavía conserva la regla que ella le regaló. Todavía sus palabras de cariño resuenan en su corazón de niño.

El encuentro con la señorita Elba luego de más de 50 años de búsqueda. De izquierda a derecha: María Cieri, Nicolás Cieri y Elba Bruschi

Hoy se cumplen 5 años desde que fui testigo de este encuentro. Me convertí en profesora de arte, y no puedo evitar pensar que esta elección fue por algo. Siempre tengo presente todas las cosas buenas y malas que podemos dejar en nuestros alumnos y cómo una mínima frase, puede cambiar sus vidas.

Hace aproximadamente tres meses recibimos una lamentable noticia, siempre estará en el corazón de todos los que conocemos su historia. Su alumno la recuerda todos los días. 

Agradezco enormemente a la familia de Elba Inés Bruschi, nuestra maestra, por dejarme compartir esta historia de un sueño impensado.